32 años después de los trágicos sucesos del 3 de marzo de 1976, sus víctimas recibieron ayer el primer reconocimiento institucional: la entrega de la Medalla de Oro de Álava, que fue concedida en 2005 cuando gobernaba Ramón Rabanera. La Asociación de Víctimas del 3 de marzo se negó entonces a recibir el galardón de manos de un diputado general del PP por considerarlo «una farsa» ya que acusaban a este partido de no aceptar una revisión de aquellos hechos.
Ayer, con un gobierno nacionalista en la Diputación, no hubo problemas, pero la tensión política por aquél desplante estuvo latente. Representantes de todos los partidos políticos, incluido el PP, y el presidente de las Juntas Generales, Juan Antonio Zárate, también popular, acompañaron al diputado general y a su gobierno en el sencillo acto que tuvo lugar en el salón de plenos. Incluso, el grupo juntero de la Izquierda Abertzale criticó luego «la forma en la que el Ejecutivo liderado por Agirre ha utilizado el acto de entrega de la medalla».
En su discurso, Xabier Agirre recordó que después de 32 años, los damnificados del 3 de marzo de 1976 no habían recibido ningún tipo de compensación y anunció que aprobaría el próximo martes, una norma foral para anticipar las indemnizaciones que el Gobierno español ha reconocido en la Ley de la Memoria Histórica a las víctimas del terrorismo. «Lo que ocurre es que su aplicación ha quedado demorada», precisó Agirre. . Aunque las cuantías están por determinar, se contempla una cifra de 135.000 euros para las cincuenta personas que se beneficiarán de las indemnizaciones previstas en la Ley de la Memoria Histórica.
«Siguen pendientes»
A pesar del reconocimiento y de la medalla, las víctimas tras mostrar su agradecimiento «al pueblo alavés» y recibirla «con sumo orgullo», subrayaron que sus objetivos como «la justicia y la reparación en todos sus ámbitos siguen pendientes de conseguir». Así lo manifestó Eva Barroso, hermana de uno de los fallecidos por disparos policiales aquel día. «Esa justicia a la que aspiramos no la podrán ver algunos de los familiares de los obreros asesinados al haber muerto sin ver a sus hijos reconocidos como merecían. Ni la verán José Luis Bóveda y José Antonio Martínez Heras, fallecidos recientemente como consecuencia de las heridas producidas por las balas asesinas», añadió en su discurso.
En un tono duro, Eva Barroso denunció la «discriminación» de las víctimas del «terror del Estado» y criticó a la oficina de víctimas dependiente de Interior.
Había una sensación «agridulce» entre los familiares tras el acto. «Mi hijo, José Antonio Martínez Heras, ha sufrido mucho por aquella bala antes de morir con 45 años», señaló Estrella Heras. «Mientras los responsables sigan libres, la herida no se cierra», agregó Agustín Plaza.
Junto a Eva y Romualdo Barroso, hermana y padre de Romualdo Barroso, estuvieron también Diego Aznar, padre de Francisco Aznar; José Luis Martínez Ocio, hermano de Pedro; Carmen Ortega, viuda de Bienvenido Perea; y Andrea Hernández, viuda de José Castillo. Las 5 víctimas mortales.