17 junio 2010
El 30 de enero de 1972 el ejército británico abrió fuego contra un grupo de manifestantes católicos en Derry, en el Ulster; 14 muertos, 15 heridos graves. Fue un acto que “ni estaba justificado ni es justificable”, en recientes palabras de David Cameron. “Nunca debería haber ocurrido”, subrayó hace dos días el nuevo premier británico. Pero no quiero hablar sólo de ese domingo sangriento sino también de otro día, cuatro años después; un miércoles de sangre. El 3 de marzo de 1976 la policía ametralló en Vitoria a un grupo de obreros en huelga que se habían refugiado en la iglesia de San Francisco para celebrar una asamblea de trabajadores. Fueron desalojados a tiros y a culatazos, con el permiso expreso de la cadena de mando. Murieron cinco obreros y más de cien resultaron heridos, muchos de ellos de bala.
“El Gobierno es en última instancia responsable de la conducta de las fuerzas armadas. Por eso, en nombre del Gobierno y del país, lamento profundamente lo que ocurrió”. La disculpa no es de Manuel Fraga, el ministro de Gobernación que dirigía a aquella policía gris plomo; ni de Rodolfo Martín Villa, el entonces ministro de Relaciones Sindicales que ayudó a Fraga en la gestión posterior de la matanza. La disculpa es otra vez de David Cameron, esta semana.
Entre Derry y Vitoria, entre el Bloody Sunday y aquel miércoles de sangre, no hay sólo cuatro años y 1.392 kilómetros de distancia. Hay todo un mundo y 230 millones de euros, que es lo que se ha gastado el Reino Unido en aclarar aquel trágico domingo; en remover la historia, que diría nuestra patriótica muchachada. La comisión de investigación se ha tomado 12 años, ha entrevistado a unas 2.500 personas y, con ese trabajo, ha elaborado un riguroso informe: más de 5.000 páginas con la verdad sobre la matanza. Puede que sea una verdad lenta, incómoda y cara. Pero sin la verdad, la justicia y la memoria, ¿es acaso posible la democracia?
josé antonio zarzalejos altares, director general de seguridad adjunto el 3 de marzo de 1976; ignacio zarzalejos nieto, comisario general de orden público el 3 de marzo de 1976
fe de erratas: ígnacio zarzalejos altares, comisario general de orden público el 3 de marzo de 1976