POR RITXAR BACETE CASI 30 años después de los sucesos del 3 de marzo en Vitoria-Gasteiz, la Diputación Foral de Álava, a instancias de las Juntas Generales, ha concedido la medalla de Álava a la Asociación de Víctimas del 3 de marzo: Zorionak. Por encima de un hito de dimensiones históricas para Álava como son los ignominiosos sucesos del 3 de marzo de 1976, más allá de las diferencias o coincidencias políticas, sobrepasando intereses partidistas coyunturales, están aquellas personas que directa o indirectamente fueron las víctimas. El reconocimiento de su sufrimiento, la solidaridad activa, afectiva y efectiva son responsabilidades inexcusables que deben ejercer los poderes públicos. Poderes e instituciones, como la Diputación Foral de Álava o las mismas Juntas Generales que constituyen el órgano máximo de representación y participación popular en el Territorio Histórico, todas ellas fruto y al amparo de un Estado de Derecho, cuya existencia debemos también a la lucha por las libertades y los derechos que desarrollaron entre otros los cinco trabajadores asesinados y las decenas de personas que resultaron heridas, en el contexto de una lucha por derechos de los que hoy en día todos y todas disfrutamos. En el año 1999 se aprobó la Ley de Víctimas del Terrorismo para compensar a sus víctimas. Este hecho abrió la expectativa de compensar a las víctimas que también ser creía pudieran ser objeto de aplicación de esta ley: las víctimas de la dictadura franquista. Pero este anhelo no resultó posible, como puede deducirse del hecho de que a las víctimas del franquismo no les causó daño el terrorismo, sino “la policía y los cuerpos represivos del Estado”. De este modo, la ley que compensaba a las víctimas del terrorismo de 1999 no podía aplicarse a las víctimas de la dictadura franquista, quedando un vacío y una deuda histórica latente y sangrante para con uno de los colectivos más importantes de nuestra memoria histórica más reciente, entre los que se encuentran nuestras víctimas del 3 de marzo de 1976. Unas víctimas, personas, ciudadanos y ciudadanas, que en el ejercicio de derechos como el de huelga, reunión, o manifestación, que luego fueron reconocidos por la Constitución, sufrieron daños por la represión franquista, y que no han sido reconocidos hasta el momento, por ningún tipo de tratamiento compensatorio ni compensación económica. A pesar de todo, la principal demanda que plantean hoy en día los compañeros y compañeras que fueron víctimas de la represión en marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz es la del reconocimiento público y oficial de la verdad, que pasa por rescribir la historia y situar a los verdugos en su lugar, liberando a las víctimas de cualquier duda sobre su responsabilidad en unos hechos execrables y violentos de los que únicamente fueron, precisamente, víctimas. Así queda acreditado en el Informe-Dictamen Histórico sobre los sucesos ocurridos en Vitoria-Gasteiz el 3 de marzo de 1976 con el resultado de 5 muertos elaborado por el Instituto Universitario de Historia Social Valentín de Foronda, de la Universidad del País Vasco. Desde el sentimiento mayoritario existente en el Congreso de los Diputados por reparar esta enorme deuda histórica que tiene la sociedad con, entre otras, las víctimas del 3 de marzo, se están dando pasos efectivos por parte del Gobierno y el Parlamento, como lo demuestra el trabajo realizado por la comisión interministerial creada a partir de una resolución del Consejo de Ministros. A este respecto es necesario recoger unas palabras del diputado socialista Ramón Jáuregui: “Es tanta la información, son tantos los grupos que están queriendo hablar con la comisión interministerial… El retraso en el trabajo de la comisión no es por indolencia, sino porque hay tal exceso de actividad en la comisión que no les ha permitido cumplimentar el informe que prometieron para el 31 de diciembre del año 2004.” Asumimos que la represión franquista fue de tal dimensión, que si levantamos las alfombras de la infamia, donde se escondieron los horrores de la dictadura tras la transición, encontraremos toneladas infinitas de crimen y sufrimiento. Pero el tiempo juega en contra de las víctimas, como lo demuestra el caso de José Luis Bóveda Zalduendo, recientemente fallecido y que ya no podrá ver reparado el daño que sufrió. Y no nos queremos plantear ni tan siquiera como una posibilidad, que Romualdo Barroso tras tantos años de lucha no pudiera ver resarcida y reconocida públicamente la memoria de su hijo, porque de ser así, estaríamos ante un caso de terrorismo indolente de la memoria por complicidad indirecta. Mientras tanto, el 13 de octubre del año 2003, las Juntas Generales de Álava aprobaron de forma mayoritaria una moción en la que se recogía expresamente, en el apartado, 5.º que “En el supuesto de que en el plazo de un año no exista en el Estado un marco regulador de las indemnizaciones señaladas en el apartado anterior, la Diputación Foral de Álava establecerá una Norma Foral habilitadora para compensar a las Víctimas del 3 de marzo, con arreglo a las cuantías y procedimientos que en su día estableció la Ley 30/92 del 8 de octubre modificada por la Ley 2/03 de 12 de marzo”. Pasó el tiempo, y no se cumplió con lo acordado. Ante esa situación, el Grupo Juntero de Ezker Batua Berdeak, volvió a poner sobre la mesa otra propuesta, en la que se contemplaba la concesión de la Medalla de Álava a la Asociación de Víctimas del 3 de Marzo, pero también un compromiso firme por parte de la cámara foral: si para julio del 2006 las víctimas del 3 de marzo no hubieran sido reconocidas e indemnizadas por el Estado, a través de la Ley de reconocimiento y compensación a las víctimas de la transición política española, la Diputación Foral de Álava ejecutaría de forma subsidiaria las mencionadas indemnizaciones. Esta moción fue aprobada por unanimidad, por lo que no entendemos otra lógica que la de su cumplimiento íntegro. En estos días el consejo de diputados dio el primer paso en este sentido, aprobando la concesión de la Medalla de Álava a las víctimas, que también mañana día 6 recibirán el reconocimiento popular de los blusas y neskas de Vitoria-Gasteiz. Ya hemos logrado el reconocimiento unánime a las víctimas, ahora queda la compensación moral y económica, y por encima de todo esclarecer los hechos y rescribir la historia, situando a víctimas y verdugos en el lugar que les corresponde. Hemos de pasar de una vez por todas de la solidaridad hueca a la solidaridad efectiva y afectiva, también con estas víctimas. Desde nuestro compromiso con la historia, los derechos humanos y la clase trabajadora a la que representamos, no vamos a parar hasta que las víctimas del 3 de marzo de Vitoria-Gasteiz sean recompensadas, reconocidas y cuidadas. Osasuna, errepublika ta jai zoriontsuak guztiontzat. Publicado el 5 de agosto del 2005 en Diario de Noticias de Álava
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