«Tal y como dijo Jesús Fernández Naves “estos muertos son de todo el pueblo de Vitoria”. Y ha sido el pueblo de Gasteiz el que ha conseguido revertir la versión oficial, lo ha hecho de mil maneras y enfrentándose a todas las dificultades imaginables. Las élites franquistas y sus cómplices diseñaron un escenario de olvido, silencio e impunidad. Hoy, casi 50 años después, la memoria del 3 de marzo está viva, gracias a todas las personas que luchan hoy, pero sobre todo por las que lo han hecho siempre.»
LA M3MORIA DEL PUEBLO SIGUE VIVA
Martxoak 3 elkartea – Asociación de Víctimas 3 de Marzo cumple 25 años. Fue creada en 1999, más de dos décadas después de la masacre perpetrada por la policía en 1976. Desde entonces víctimas, supervivientes, protagonistas de aquel proceso huelguístico, sus familiares, así como todas las personas solidarias comprometidas con la memoria obrera tienen en Martxoak 3 un espacio común. La asociación es una herramienta específica para la denuncia de la impunidad del crimen de Estado cometido contra la clase trabajadora en la capital alavesa. Aun así, hay que destacar que la lucha por mantener viva la memoria del 3 de marzo ha existido desde mucho antes. Por eso, nuestro primer agradecimiento es a todos los colectivos políticos, sociales y sindicales que desde el principio han estado en esta batalla contra el olvido institucional que trató de imponerse.
Tal y como dijo Jesús Fernández Naves “estos muertos son de todo el pueblo de Vitoria”. Y ha sido el pueblo de Gasteiz el que ha conseguido revertir la versión oficial, lo ha hecho de mil maneras y enfrentándose a todas las dificultades imaginables. Las élites franquistas y sus cómplices diseñaron un escenario de olvido, silencio e impunidad. Hoy, casi 50 años después, la memoria del 3 de marzo está viva, gracias a todas las personas que luchan hoy, pero sobre todo por las que lo han hecho siempre.
La memoria, mejor dicho, las memorias del 3 de marzo son también el recorrido de todas las luchas que han acompañado y acompañan la denuncia de la matanza. Son un relato completo de resistencia frente al modelo de impunidad español. Son medio siglo de dignidad, una historia plagada de pequeñas conquistas que con la perspectiva del tiempo nos muestran una gran victoria. Somos la memoria de esa persona anónima que en 1976 escribió con sus dedos en las baldosas de Zaramaga la palabra JUSTICIA con la sangre aún caliente del obrero asesinado. Estamos en deuda con la valentía de los que desde el primer momento desafiaron a la policía y colocaron placas, cruces, y túmulos. Es cierto que los uniformados al servicio del olvido retiraban todo y perseguían a la gente. Sin embargo, nunca se dejó de pintar las paredes a escondidas, de escribir panfletos, libros y revistas; de gritar consignas al viento, de cantar y de contar lo ocurrido. Y sobre todo, la clase trabajadora de Gasteiz nunca ha dejado de movilizarse cada 3 de marzo.
Año tras año, cada día tres del tercer mes, la memoria se ha vestido con un nuevo buzo. Las memorias del 3 de marzo son una crónica de nuestro país: el quinto aniversario a los pocos días del 23F, el décimo en la antesala del referéndum sobre la OTAN en el que Euskal Herria votó no, las luchas obreras de los noventa compartiendo espacio con los insumisos, la solidaridad con los represaliados, los múltiples conflictos laborales, derechos sociales, antirracismo, antifascismo y por supuesto feminismo. Todas esas y muchas más banderas han acompañado la denuncia de la impunidad del crimen perpetrado el 3 de marzo de 1976. Qué mejor homenaje para Pedro María, Romualdo, Francisco, José y Bienvenido; también para Juan Gabriel y Vicente.
Un recuerdo también para las personas detenidas en 1983 por intentar colocar un monolito. Nuestro más emocionado agradecimiento a los que consiguieron ponerlo un año después de manera clandestina y con cemento rápido. Sí, ese puño de hierro que brota del suelo y en el que ahora, desde hace muy poco tiempo, se turnan hasta las autoridades para dejar flores. Fue una acción clandestina que burló la represión. No olvidemos que durante muchos años la única aportación institucional a la memoria del 3 de marzo ha sido la represión. Represión de todos los colores. Todavía nos duele la carga de la Ertzaintza de 2006. No sólo por los golpes recibidos, sino porque el atestado policial hizo que por primera vez las víctimas del 3 de marzo tuviéramos cita en un juzgado, pero como acusados.
Ahora la realidad es muy distinta. Tras muchos años de abandono oficial, las instituciones han llegado al 3 de marzo. Eso también es una victoria de todas las personas que nunca se fueron. Hoy afrontamos un reto compartido, la creación de un Espacio de Memoria en la iglesia de San Francisco de Asís, el lugar donde se celebraba la asamblea obrera gaseada y masacrada por la policía. Es una gran oportunidad que no podemos desaprovechar para contar nuestra propia historia. La sociedad tiene que conocer el contexto y los hechos de 1976, pero también todo el recorrido andado en este largo camino contra la impunidad. Si hemos llegado hasta aquí y si vamos a seguir caminando es sin duda porque la M3MORIA del pueblo sigue viva. Ahora y siempre, M3MORIA.
Nerea Martínez Aranburuzabala y José Arturo Val del Olmo (Representantes de Martxoak 3 elkartea en el Patronato de la Fundación del Memorial 3 de Marzo)